Centenario de la plaza de América


Aníbal González y Álvarez-Ossorio (Sevilla, 10 junio 1876-31 mayo 1929), calificado como maestro del regionalismo sevillano por el profesor Villar Movellán, es uno de tantos hijos ilustres de nuestra ciudad que no han tenido el reconocimiento público merecido por sus singulares trayectorias humanas y profesionales, revaloradas por unos servicios excepcionales a su tierra, reflejos de su inmenso amor por Sevilla. Una de sus obras cumbre fue la Plaza de América,  de la que este año se cumple un siglo de su terminación.


Es verdad que Aníbal González tiene rotuladas con su nombre la glorieta que da entrada a la Plaza de España (1929) y una calle en el Cerro del Águila (1936), pero faltaba el monumento o al menos la placa que recordara tanto su obra como la gratitud de la ciudad. Hoy, ese monumento ya es realidad.  Incluso sigue faltando el memorial que falta en honor de los arquitectos artistas del regionalismo sevillano, donde junto a Aníbal González se recuerde a la pléyade de veintitantos arquitectos entre precursores, maestros y epígonos, cuya base documental está disponible en las obras del profesor Alberto Villar Movellán, a quien se debe la recuperación de este capítulo básico de la historia de la arquitectura sevillana del siglo XX.
Aníbal González

La plaza de América podría ser el lugar adecuado para colocar una placa conmemorativa del CXXV aniversario del nacimiento de Aníbal González, cumplido el pasado 10 de junio de 2001, y que hasta ahora ha pasado desapercibido, pero que aún estamos a tiempo de recuperar. Nuestro Gobierno municipal tiene la palabra y la oportunidad de honrar la memoria de uno de los sevillanos ilustres de la pasada centuria.
La plaza de América fue proyectada por Aníbal González y Álvarez-Ossorio en 1911, y las obras de urbanización se iniciaron en 1912 valorando la arboleda y vegetación existentes en el Huerto de Mariana, justo en la linde de parte de los jardines de San Telmo donados  en 1893 por la infanta María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, duquesa de Montpensier por su matrimonio con Antonio María de Orleans, a los que quedaría unidos como parte esencial del Parque de María Luisa abierto al público el 18 de abril de 1914.
Aníbal González fue también autor de los tres grandes edificios emblemáticos de la plaza de América: los palacios de Arte Antiguo e Industrias Artísticas y de Bellas Artes, más el Pabellón Real. Los dos primeros albergan actualmente el Museo de Artes y Costumbres Populares y el Museo Arqueológico. El Pabellón Real alberga oficinas municipales.

En la Plaza de América, la extensión y presupuesto de los tres pabellones proyectados y construidos por el arquitecto Aníbal González y Álvarez-Ossorio con cargo el Comité Ejecutivo, fueron los siguientes: Pabellón Real: 1.650 m/2 y medio millón de pesetas; Pabellón de Arte Antiguo: 6.154 m/2 y un millón de pesetas; y Pabellón de Bellas Artes: 6.592 m/2 y millón y medio de pesetas. El valor aproximado de la peseta entre 1911 y 1920 equivalía a treinta y tres mil quinientas pesetas del año 2000.
Las empresas constructoras concesionarias de los tres edificios citados, fueron en el primer caso, Víctor Schmitt de Rank Hermanos, pero luego se cedió a José Bernedo Arévalo con fecha 17 de junio de 1914. El Pabellón de Arte Antiguo se adjudicó al citado José Bernedo Arévalo y Juan Manuel Pozo el 17 de julio de 1912, y con idéntica fecha el Pabellón de Bellas Artes a la empresa Hijos de Miguel Fernández Palacios, que paralizó las obras en agosto de 1913 por falta de pago y el Comité las cedió a los contratistas Ricardo Magdalena y Antonio Granados Olier, que las terminaron al año siguiente.

La gestación y desarrollo de la Plaza de América registró episodios controvertidos, pues mientras Aníbal González proyectaba el diseño urbano de la zona y los tres edificios básicos, el Comité Ejecutivo no llegó a fijar los criterios definitivos sobre el sector, se planteó en varias ocasiones modificar la idea inicial del arquitecto e  incluso trasladarla a otros lugares como el Cortijo Maestrescuela o Los Remedios. Así que Aníbal González comenzó por construir los pabellones de Bellas Artes y Arte Antiguo sin saber si el Pabellón Real sería realidad como edificio permanente o efímero, ni cómo se plantearía el andén central de la plaza.
Cada uno de los tres pabellones obedece a un estilo arquitectónico distinto y básico de la arquitectura nacional, según “el enfoque determinista de Samper” que Aníbal González y Leonardo Rucabando siguieron. Sobre este asunto, Manuel Trillo de Leyva (La Exposición Iberoamericana: la transformación urbana de Sevilla, Ayuntamiento, 1980), sintetiza los resultados obtenidos en los edificios de la Plaza de América, afirmando: “En la Plaza de América van a confluir las teorías que durante años defendió, desde un plano teórico, Vicente Lampérez sobre la evolución estilística arquitectónica de raíz historicista, enfocadas hacia la creación de un nuevo estilo arquitectónico nacional o tradicionalista (…) Dentro de esta corriente de pensamiento arquitectónico, Aníbal González partía de que la transformación de los estilos anteriores era siempre el origen de todos los estilos. Y de esta forma exponía que la adaptación de estilos españoles anteriores daría lugar sin duda al “origen de uno nuevo que inspirado en tan admirables elementos será, sin duda, tan original y característico como varonil y pujante; alegre y fastuoso, cuando se inspire en el arte árabe en sus distintos períodos y en el mudéjar; noble y majestuoso cuando sepa recordar las admirables líneas del gótico, del siglo XV, época de los Reyes Católicos; sobrio y severo al combinar las masas y los trazados de los monumentos del Renacimiento”.

Para este arquitecto serán, pues, el mudéjar, el gótico y el renacimiento, los tres estilos históricos en que fundamentar un resurgir de un estilo peculiar español. Los tres estilos históricos, considerados como básicos por el citado arquitecto, tuvieron su correspondiente lugar en la edificación de la Plaza de América. El Palacio de Bellas Artes obedeció a un revival histórico renacentista, mientras que el Pabellón Real adoptó el gótico, y el Palacio de Industrias y Artes Decorativas el mudéjar. Con ello se puede afirmar que la Plaza de América constituye un completo, aunque reducido, muestrario de los estilos arquitectónicos que se habían de tener presente para el establecimiento del anhelado nuevo estilo nacional, en dicho período. Si por eclecticismo se ha querido definir una actitud de uso indiscriminado de estilos arquitectónicos anteriores, la postura de Aníbal González muestra a un realizador nato del mismo”.

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