SEVILLA | MANUEL MARTÍN MORILLO
Tauromaquia y realismo
10/04 · 21:06 · Nico Salas
El restaurante El Abuelo, en pleno centro de Sevilla, además de un templo gastronómico se ha caracterizado en su dilatada existencia por apostar por eventos culturales de diversa índole. No sólo ha dado cobertura a exposiciones de fotografía, dibujo, pintura o escultura, también se han dado cita músicos de nuestra ciudad para realizar actuaciones en formato acústico y se han desarrollado actividades relacionadas con el teatro y otras disciplinas artísticas.
Aprovechando las fechas, con olor a feria en el Real y a toros en la Maestranza, que se avecinan y rescatando una tradición muy arraigada en este espacio, el próximo jueves 12 de abril tendrá lugar la inauguración de la exposición de pintura Toros y Toreros, firmada por Manuel Martín Morillo. Este veterano pintor nacido en el año 1932, se matriculó en dibujo en la Escuela de Bellas Artes y Oficios en el año 1943 y estuvo hasta el año 1950 preparándose en dibujo, dibujo antiguo y natural, procedimientos pictóricos y anatomía e historia del arte.
Como muchos pintores de la época tuvo que dejar su carrera artística para poder sacar adelante a su familia en unos años muy difíciles, con Guerra Civil incluida y su periodo complicado de postguerra. Unos años en los que por imperativo del sentido común, obligados por las circunstancias excepcionales que reinaban en nuestro país, había que darle prioridad a la manutención y desarrollo familiar antes que darle rienda suelta a las inquietudes artísticas personales.
Fue 1998, al jubilarse definitivamente de su actividad profesional, cuando se entrego en cuerpo y alma a su labor artística. A partir de ahí fueron sucediéndose las exposiciones individuales de Martín, que comenzaron en noviembre de 2002 en Mainz (Alemania); a esta muestra le siguieron otra en Rota (Cádiz) en agosto 2005 y después llegaron las de Sevilla, una en La Carbonería en abril de 2006 y otra en La Taberna del Alabardero en febrero de 2009. Antes ya había colgado sus obras en varias colectivas, la primera de ellas en 1970.
Define su estilo pictórico como realista, tanto en el color como en la forma, y se decanta, entre otras cosas, por el mundo de la tauromaquia, inmortalizando en retratos de gran calidad tanto a toreros de primera línea como a toros en el campo, en la plaza o en los tentaderos.
La exposición que inaugurará mañana se nutre de retratos realizados con maestría con lápiz de grafito y de acuarelas en las que realza la figura del toro y de algunas suertes de la lidia mostrando ese realismo del que hace gala. En total son quince las obras que colgará en las paredes del restaurante El Abuelo para que los asistentes al estreno de la muestra y los comensales, que seguro visitarán el local en los días previos a las fiestas primaverales de Sevilla, vayan entrando en la vorágine de colores y sensaciones que esta ciudad ofrece en esta época del año.
Al ser cuestionado por el ambiente cultural y pictórico que él, desde su privilegiada posición de veterano en estas lides, percibe en la actual Sevilla no duda en contestar elocuentemente: “El ambiente actual de la pintura en Sevilla lo veo deprimido y, más aún, desorientado. Por una causa u otra, no se encuentra alegría y animación para dedicarse en alma y vida a las artes. No se aprecia la diferencia entre lo bueno y lo malo y, sobre todo, entre los posibles adquirientes de obras artísticas, que cada vez quedan menos”.
Aprovechando las fechas, con olor a feria en el Real y a toros en la Maestranza, que se avecinan y rescatando una tradición muy arraigada en este espacio, el próximo jueves 12 de abril tendrá lugar la inauguración de la exposición de pintura Toros y Toreros, firmada por Manuel Martín Morillo. Este veterano pintor nacido en el año 1932, se matriculó en dibujo en la Escuela de Bellas Artes y Oficios en el año 1943 y estuvo hasta el año 1950 preparándose en dibujo, dibujo antiguo y natural, procedimientos pictóricos y anatomía e historia del arte.
Como muchos pintores de la época tuvo que dejar su carrera artística para poder sacar adelante a su familia en unos años muy difíciles, con Guerra Civil incluida y su periodo complicado de postguerra. Unos años en los que por imperativo del sentido común, obligados por las circunstancias excepcionales que reinaban en nuestro país, había que darle prioridad a la manutención y desarrollo familiar antes que darle rienda suelta a las inquietudes artísticas personales.
Fue 1998, al jubilarse definitivamente de su actividad profesional, cuando se entrego en cuerpo y alma a su labor artística. A partir de ahí fueron sucediéndose las exposiciones individuales de Martín, que comenzaron en noviembre de 2002 en Mainz (Alemania); a esta muestra le siguieron otra en Rota (Cádiz) en agosto 2005 y después llegaron las de Sevilla, una en La Carbonería en abril de 2006 y otra en La Taberna del Alabardero en febrero de 2009. Antes ya había colgado sus obras en varias colectivas, la primera de ellas en 1970.
Define su estilo pictórico como realista, tanto en el color como en la forma, y se decanta, entre otras cosas, por el mundo de la tauromaquia, inmortalizando en retratos de gran calidad tanto a toreros de primera línea como a toros en el campo, en la plaza o en los tentaderos.
La exposición que inaugurará mañana se nutre de retratos realizados con maestría con lápiz de grafito y de acuarelas en las que realza la figura del toro y de algunas suertes de la lidia mostrando ese realismo del que hace gala. En total son quince las obras que colgará en las paredes del restaurante El Abuelo para que los asistentes al estreno de la muestra y los comensales, que seguro visitarán el local en los días previos a las fiestas primaverales de Sevilla, vayan entrando en la vorágine de colores y sensaciones que esta ciudad ofrece en esta época del año.
Al ser cuestionado por el ambiente cultural y pictórico que él, desde su privilegiada posición de veterano en estas lides, percibe en la actual Sevilla no duda en contestar elocuentemente: “El ambiente actual de la pintura en Sevilla lo veo deprimido y, más aún, desorientado. Por una causa u otra, no se encuentra alegría y animación para dedicarse en alma y vida a las artes. No se aprecia la diferencia entre lo bueno y lo malo y, sobre todo, entre los posibles adquirientes de obras artísticas, que cada vez quedan menos”.
La veré seguro.
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