Tocando a partir del jazz

Miguelo Delgado, unos de los músicos sevillanos de mayor proyección, conversó con Viva Sevilla sobre su carrera y su nuevo disco, Luz.
Nico Salas


Jazz, rock, electrónica, funk, hip hop... ¿Con qué estilo de los que ha tocado se siente más identificado?
  –Sin duda con el jazz, aunque habría que matizar que mi forma de entenderlo es más conceptual que una fecha concreta o unas características “técnicas”. Para mí, el jazz es el gusto por la adaptación e improvisación de la música en cada momento y situación particular, y eso es aplicable a todos los estilos y formaciones. Así intento ser fiel a lo que siento y quiero expresar en cada momento. No todos los estilos tienen el mismo margen de improvisación, claro está, pero siempre hay un rango en el que te puedes mover. Digamos que uso el jazz como motor para la música que toco.
Ha aprendido de gente tan importante en la música como John Scofield, Philip Catherine, Bill Frisell, Jordy Rossy, Paul Gill, Miquel Casany, Jim Snidero, Israel Sandoval, Fran Mazuelos o  Miguel Vargas, ¿cuál le ha marcado más en su carrera?
–La persona que siento que ha marcado más fuertemente mi carrera es Fran Mazuelos, guitarrista sevillano. Él ha sido mi maestro, me conoce, y en este mundo musical tan amplio, ha sabido enseñarme y orientarme en lo que considero que ha sido la dirección adecuada. Esto para mi es importante, ya que es fácil perderse, abandonarse. Sin constancia y pasión no se vive la música como creo que ha de vivirse. Por otro lado, este verano tuve la suerte de recibir una master class con Mike Stern y me impactó la mezcla entre humildad y carácter, que son dos adjetivos que parecen no poder ir de la mano. Ver a un “grande” de cerca es impactante... Cómo integra cada parte de la música, la personalidad que tiene, cómo lo lleva a todos los ámbitos en los que se mueve... Te recuerdan que si hay un objetivo concreto en la música, es ser auténtico, ser uno mismo. Ser tu propio punto de referencia.
En 2013 su carrera dio un salto. ¿Qué significaron la actuación en el Teatro Central o la participación en el Drumfest?
–Para mí fue la materialización de “un antes y un después”, fue algo absolutamente mágico. Cada año he ido al jazz en el Teatro Central en noviembre y siempre me decía a mi mismo... “Algún día tocarás aquí, Miguel, seguro, confía en tí”... Imagínate lo que sentí al verme en las pruebas de sonido en el escenario, viendo desde esa perspectiva las butacas donde me sentaba.
Hábleme de ‘Luz’, su último disco
–Es un disco muy personal, lleno de momentos muy especiales. Todos los temas tienen un protagonista o una escena de mi vida. Personas de mi entorno, momentos que me han marcado... He intentado plasmar estas ideas y sensaciones de una forma musical. Desde un punto de vista técnico, es un reto que me motiva a continuar investigando y profundizando en la música. Estar solo con tu guitarra e intentar llevar todo el tema hacia adelante es tremendamente complejo, a la vez que gratificante.
¿En qué otros proyectos participa?
–A nivel genérico disfruto mucho acompañando a cantantes. Se crea un vínculo muy personal, ya que estamos los dos creando un diálogo continuo. Me permite además, estar en un segundo plano en muchos momentos y poder centrarme en el mensaje que la otra persona intenta transmitir, qué matiza, qué enfatiza.

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