Niños portando la Bandera de Blas Infante
4 de
Diciembre de 1977, frío en la calle, pero calor en los corazones de millones de
andaluces, que se tiraron a la calle a reivindicar una Andalucía, Grande y
Libre.
Una
mañana especial e histórica que le quitó para siempre el sentido al tópico de
que los andaluces somos unos seres
apáticos y adormecidos, que nos dejamos avasallar por cualquier circunstancia y
que solo pensamos en fiesta, manzanilla, olor a incienso y farolillos.
Una
mañana que de dejó meridianamente claro que los nacidos en esta bendita tierra
exigíamos un trato igual que las demás nacionalidades históricas de España. Que
no íbamos a permitir, de ninguna forma, ser menos que vascos, catalanes o
gallegos, aunque algunos políticos nos robarían ese derecho, legítimamente
ganado en las urnas.
Aquella
mañana yo, con 13 años recién cumplidos, brillo en los ojos y una mezcla de
euforia y miedo en mis adentros, me disponía a portar, junto a otros niños, la
bandera que Blas Infante dignificó, esa bandera blanca y verde que tendría que
ser el símbolo de Andalucía para el futuro, la bandera que ondearía en todos
los edificios e instituciones oficiales y la bandera de, por fin, todos y cada
uno de los andaluces y andaluzas.
40 años
después la esperanza de una Andalucía digna sigue reinando en mi mente pero, la
realidad es que seguimos en clara desventaja en muchas facetas, si nos
comparamos con otras regiones españolas y europeas. Seguimos en cabeza en paro
e inversiones y a la cola en renta y crecimiento económico. Hemos crecido y
vivimos mejor, si, pero seguimos teniendo carencias importantes con respecto a
ciudadanos de otras latitudes.
Me da
pena, mucha pena, mezclada con rabia, ver como muchas libertades que a sangre y
fuego, con manifestaciones multitudinarias y corriendo delante de la policía,
los grises de aquellos años, conseguimos en ese final de la década de los 70 y
toda la de los 80, son vilipendiadas y reducidas a meros recuerdos.
Andalucía,
y España, han crecido en estos 40 años pero también han dado pasos atrás, sobre
todo en libertades, y por eso, sinceramente, creo que deberíamos plantearnos
retomar esa energía y euforia que demostramos el 4D y reconvertirlas en
reivindicación y exigencia al vil estado del bipartidismo, para que nuestras
libertades, conseguidas, repito, a sangre y fuego, nos sean recortadas, y que, por
fin, podamos dejarle a nuestros hijos una Andalucía, y una España, libres de
políticos corruptos, de profesionales de la política que miran más sus
necesidades partidistas y personales que los verdaderos intereses de los
ciudadanos.
40 años
después, y más alto que nunca, deberíamos gritar; Sea por Andalucía Libre, por
los pueblos de España y de la Humanidad.
Viva
Andalucia!!!!!!!!!!!!
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