La onubense Márquez comenzó su concierto por bulerías, cuándo el sol aún calentaba el espectacular patio del pabellón de Marruecos, sede de la fundación Tres Culturas. El tema elegido, Chiquilín, que ya versionó el Maestro Morente, continuó por serranas, para a después ofrecer unos preciosos tangos en honor a su guitarrista, que lo bordó con las 6 cuerdas durante toda la comparecencia.
El concierto continuó con cantes de ida vuelta que dieron un sabor a guajira y levante, letras de Miguel Hernández como un soplo de aire fresco en el ambiente, cuando el sol ya se escondía definitivamente.
La prodigiosa voz e Rocío y su asombrosa capacidad pulmonar iban convenciendo progresivamente a un respetable que a cada tema terminado iba subiendo los decibelios, a la hora de aplaudir a una artista que se iba encontrando más cómoda y entregada al público sevillano.
Llego el momento de cantar por peteneras. Donde dio toda una lección de poderío y una clase magistral de control de la voz. Un control que le hace llegar a donde solo llegan los elegidos. De ahí a unas preciosas rondeñas perfectamente ejecutadas.
Llego el tiempo de los poetas de la conciencia con un original juego de recitar y cantar. Todo a la vez de una forma tan natural que parecía que nació haciéndolo. Y esto solo con su voz, mientras su guitarrista, Miguel Ángel Cortez, la miraba tan atónito como el público presente. Los vítores y aplausos fueron inmediatos tras acabar este tema.
Otros palos del flamenco fueron completando un concierto memorable que cerró el ciclo organizado por la Fundación Tres Culturas en el que se unieron, aunque en diferentes días, lo árabe, lo andalusí y el flamenco.
Roció avisó al público presente de que se acercaba el final y pidió aplausos para el equipo técnico, así como para La Fundación Tres Culturas, también para la Conserjería de Cultura y promotores del ciclo. Por supuesto hubo un sincero agradecimiento para el público y su presencia en una noche que se tornó mágica y algo más fresca de lo que se esperaba, en el imponente marco elegido, muy cerca de la orilla trianera Del Río Guadalquivir.
Como no podía ser de otra forma y a la hora de los bises, Rocío nos tenía reservada la sorpresa final, por fandangos de su tierra natal, Huelva.
El broche de oro de este ciclo musical y cultural estuvo a la altura de lo que se esperaba de el y volvió a acercar a tres culturas hermanas que marcan la historia del Mediterráneo a lo largo de los siglos.
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